Estanflación: ¿Qué sucede cuando la inflación y la recesión se cruzan?

Ya sabes, uno de los fenómenos más preocupantes de la economía es la estanflación. Se trata de una situación en la que la inflación está aumentando y la economía se está desacelerando al mismo tiempo. ¿Suena como una contradicción? Porque así es exactamente. Después de todo, normalmente cuando hablamos de inflación pensamos en una economía sobrecalentada, en crecimiento, en que todos gastan, en que todo da vueltas. ¿Y la recesión? Esto es estancamiento, deflación, inmovilidad. Y, sin embargo… la estanflación combina ambos fenómenos. Y es precisamente por eso que provoca tanta preocupación.

El origen del concepto

El concepto de “estanflación” se hizo famoso en la década de 1970. Fue entonces, durante la crisis del petróleo, cuando Occidente sufrió un fuerte golpe. Los precios del petróleo se han disparado, incrementando los costos de producción y los precios al consumidor. Y en lugar del crecimiento esperado, las economías comenzaron a desacelerarse. ¿Efecto? Aumento de la inflación, mayor desempleo, desaceleración del crecimiento. Los economistas estaban indefensos. Porque cada acción tenía el efecto contrario: si se combatía la inflación, se empeoraba la situación del mercado laboral. Quieres estimular el empleo y aumentas la inflación.

¿Cómo se produce la estanflación?

¿De dónde viene la estanflación? Puede haber varias razones.

En primer lugar, los shocks de oferta. De repente, algo se vuelve más caro –el petróleo, el gas, los cereales– y eso afecta los costos de producción. Las empresas tienen que recortar costes, por lo que producen menos, emplean a menos personas y los precios suben.

En segundo lugar, una política monetaria demasiado laxa. Si el Estado inyectara dinero en la economía, pero la oferta no se mantuviera al día, el resultado podría ser inflación sin crecimiento real.

En tercer lugar, el aumento de los costes laborales. Si los salarios suben rápidamente pero la productividad no lo hace, los precios suben, las empresas se asfixian y comienza una espiral: salarios más altos → precios más altos → salarios más altos nuevamente…

Y una cosa más: si la gente y las empresas pierden la confianza en el gobierno o en el banco central, dejan de invertir, posponen decisiones y compran por adelantado. Y de nuevo: estancamiento más inflación.

¿Por qué es tan peligroso?

Bueno... ¿Qué es lo peor de todo esto? Que los gobiernos están en apuros. Porque si la economía se está desacelerando, normalmente se recortan los tipos de interés para estimularla. Pero si la inflación aumenta al mismo tiempo, esa política sólo la profundizará. Y si intentas combatir la inflación subiendo los tipos de interés, empeorarás la situación del mercado laboral y “congelarás” aún más el crecimiento. Es como apagar un incendio con gasolina o agua: ambas opciones pueden hacer daño.

Para la gente esto significa problemas muy específicos:

– el dinero pierde valor más rápido de lo que crecen los salarios – no puedes mantenerte al día con tus gastos,

– es más difícil encontrar trabajo – las empresas están recortando el empleo,

– el coste de la vida se dispara: la energía, los alimentos, los servicios… todo es cada vez más caro, aunque la economía esté paralizada.

La historia conoce casos así.

¿El caso más famoso de estanflación? La década de 1970 y el embargo petrolero de la OPEP. En EE.UU. la inflación alcanzó más del 10% y el desempleo más del 7%. La Reserva Federal no reaccionó durante mucho tiempo, pero finalmente Paul Volcker decidió tomar medidas drásticas: fuertes aumentos en los tipos de interés. Esto provocó una profunda recesión, pero se logró contener la inflación. A veces no hay opciones fáciles: hay que elegir el mal menor.

¿Estados Unidos al borde de la estanflación?

En el contexto de las tensiones económicas mundiales y la política arancelaria estadounidense, surge la pregunta: ¿podría Estados Unidos enfrentarse una vez más a una estanflación? Aunque los datos actuales no indican claramente tal escenario, hay una serie de factores que pueden contribuir a la creación de condiciones propicias para este fenómeno.

En primer lugar, la guerra comercial con China y la política arancelaria muy agresiva de la administración de Donald Trump. La introducción de aranceles elevados a los productos procedentes de China (hasta el 145%) puede provocar un aumento de los precios de las materias primas, componentes y bienes de consumo. Esto, a su vez, aumenta la inflación, especialmente la inflación de costos, que es el tipo de inflación que es difícil de suprimir con aumentos de las tasas de interés.

En segundo lugar, la incertidumbre sobre las inversiones y la disminución de la dinámica de crecimiento. Las empresas, inseguras de cómo será la futura política comercial, están recortando inversiones, posponiendo la expansión y deteniendo la contratación. Ya se ven señales de desaceleración: en el primer trimestre de 2025, el PIB de Estados Unidos cayó un 0,3%, lo que puede presagiar un debilitamiento más profundo de la actividad económica.

En tercer lugar, la inflación subyacente persistente. Si bien la inflación general ha caído desde los picos de la pandemia, los precios de los servicios y los bienes de uso diario siguen aumentando y la presión salarial persiste. Las empresas trasladan los mayores costos a los consumidores, lo que puede crear una espiral de precios y salarios, uno de los mecanismos clásicos que conducen a la estanflación.

En cuarto lugar, la limitada capacidad de acción de la Reserva Federal. La Fed no tiene hoy tanto margen de maniobra como en años anteriores. Recortar las tasas demasiado rápido podría volver a alimentar la inflación, mientras que mantenerlas aún más o aumentarlas podría profundizar la desaceleración económica y debilitar la demanda.

Todo esto no significa que Estados Unidos vaya a entrar definitivamente en una estanflación. Pero con la actual combinación de factores –fuertes tensiones comerciales, incertidumbre geopolítica, inflación de costos y caída del crecimiento– es un riesgo que no se puede ignorar.

Al final…

La estanflación no es un fenómeno cotidiano. Pero una vez que aparece, es difícil controlarlo. Se necesita precisión, paciencia, confianza en las instituciones y una política económica muy consciente. Y también - el conocimiento ordinario. Porque si entendemos cómo funciona la estanflación, podremos prepararnos mejor para ella. Como Estado, como sociedad y como hogares individuales.

Ya sabes, uno de los fenómenos más preocupantes de la economía es la estanflación. Se trata de una situación en la que la inflación está aumentando y la economía se está desacelerando al mismo tiempo. ¿Suena como una contradicción? Porque así es exactamente. Después de todo, normalmente cuando hablamos de inflación pensamos en una economía sobrecalentada, en crecimiento, en que todos gastan, en que todo da vueltas. ¿Y la recesión? Esto es estancamiento, deflación, inmovilidad. Y, sin embargo… la estanflación combina ambos fenómenos. Y es precisamente por eso que provoca tanta preocupación.

El origen del concepto

El concepto de “estanflación” se hizo famoso en la década de 1970. Fue entonces, durante la crisis del petróleo, cuando Occidente sufrió un fuerte golpe. Los precios del petróleo se han disparado, incrementando los costos de producción y los precios al consumidor. Y en lugar del crecimiento esperado, las economías comenzaron a desacelerarse. ¿Efecto? Aumento de la inflación, mayor desempleo, desaceleración del crecimiento. Los economistas estaban indefensos. Porque cada acción tenía el efecto contrario: si se combatía la inflación, se empeoraba la situación del mercado laboral. Quieres estimular el empleo y aumentas la inflación.

¿Cómo se produce la estanflación?

¿De dónde viene la estanflación? Puede haber varias razones.

En primer lugar, los shocks de oferta. De repente, algo se vuelve más caro –el petróleo, el gas, los cereales– y eso afecta los costos de producción. Las empresas tienen que recortar costes, por lo que producen menos, emplean a menos personas y los precios suben.

En segundo lugar, una política monetaria demasiado laxa. Si el Estado inyectara dinero en la economía, pero la oferta no se mantuviera al día, el resultado podría ser inflación sin crecimiento real.

En tercer lugar, el aumento de los costes laborales. Si los salarios suben rápidamente pero la productividad no lo hace, los precios suben, las empresas se asfixian y comienza una espiral: salarios más altos → precios más altos → salarios más altos nuevamente…

Y una cosa más: si la gente y las empresas pierden la confianza en el gobierno o en el banco central, dejan de invertir, posponen decisiones y compran por adelantado. Y de nuevo: estancamiento más inflación.

¿Por qué es tan peligroso?

Bueno... ¿Qué es lo peor de todo esto? Que los gobiernos están en apuros. Porque si la economía se está desacelerando, normalmente se recortan los tipos de interés para estimularla. Pero si la inflación aumenta al mismo tiempo, esa política sólo la profundizará. Y si intentas combatir la inflación subiendo los tipos de interés, empeorarás la situación del mercado laboral y “congelarás” aún más el crecimiento. Es como apagar un incendio con gasolina o agua: ambas opciones pueden hacer daño.

Para la gente esto significa problemas muy específicos:

– el dinero pierde valor más rápido de lo que crecen los salarios – no puedes mantenerte al día con tus gastos,

– es más difícil encontrar trabajo – las empresas están recortando el empleo,

– el coste de la vida se dispara: la energía, los alimentos, los servicios… todo es cada vez más caro, aunque la economía esté paralizada.

La historia conoce casos así.

¿El caso más famoso de estanflación? La década de 1970 y el embargo petrolero de la OPEP. En EE.UU. la inflación alcanzó más del 10% y el desempleo más del 7%. La Reserva Federal no reaccionó durante mucho tiempo, pero finalmente Paul Volcker decidió tomar medidas drásticas: fuertes aumentos en los tipos de interés. Esto provocó una profunda recesión, pero se logró contener la inflación. A veces no hay opciones fáciles: hay que elegir el mal menor.

¿Estados Unidos al borde de la estanflación?

En el contexto de las tensiones económicas mundiales y la política arancelaria estadounidense, surge la pregunta: ¿podría Estados Unidos enfrentarse una vez más a una estanflación? Aunque los datos actuales no indican claramente tal escenario, hay una serie de factores que pueden contribuir a la creación de condiciones propicias para este fenómeno.

En primer lugar, la guerra comercial con China y la política arancelaria muy agresiva de la administración de Donald Trump. La introducción de aranceles elevados a los productos procedentes de China (hasta el 145%) puede provocar un aumento de los precios de las materias primas, componentes y bienes de consumo. Esto, a su vez, aumenta la inflación, especialmente la inflación de costos, que es el tipo de inflación que es difícil de suprimir con aumentos de las tasas de interés.

En segundo lugar, la incertidumbre sobre las inversiones y la disminución de la dinámica de crecimiento. Las empresas, inseguras de cómo será la futura política comercial, están recortando inversiones, posponiendo la expansión y deteniendo la contratación. Ya se ven señales de desaceleración: en el primer trimestre de 2025, el PIB de Estados Unidos cayó un 0,3%, lo que puede presagiar un debilitamiento más profundo de la actividad económica.

En tercer lugar, la inflación subyacente persistente. Si bien la inflación general ha caído desde los picos de la pandemia, los precios de los servicios y los bienes de uso diario siguen aumentando y la presión salarial persiste. Las empresas trasladan los mayores costos a los consumidores, lo que puede crear una espiral de precios y salarios, uno de los mecanismos clásicos que conducen a la estanflación.

En cuarto lugar, la limitada capacidad de acción de la Reserva Federal. La Fed no tiene hoy tanto margen de maniobra como en años anteriores. Recortar las tasas demasiado rápido podría volver a alimentar la inflación, mientras que mantenerlas aún más o aumentarlas podría profundizar la desaceleración económica y debilitar la demanda.

Todo esto no significa que Estados Unidos vaya a entrar definitivamente en una estanflación. Pero con la actual combinación de factores –fuertes tensiones comerciales, incertidumbre geopolítica, inflación de costos y caída del crecimiento– es un riesgo que no se puede ignorar.

Al final…

La estanflación no es un fenómeno cotidiano. Pero una vez que aparece, es difícil controlarlo. Se necesita precisión, paciencia, confianza en las instituciones y una política económica muy consciente. Y también - el conocimiento ordinario. Porque si entendemos cómo funciona la estanflación, podremos prepararnos mejor para ella. Como Estado, como sociedad y como hogares individuales.

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